Presentación
En la parte más occidental de los Pirineos catalanes, en la provincia de Lérida, se encuentra el Parque Nacional de Aigüestortes i Estany de Sant Maurici. Fue creado en 1955, convirtiéndose en el quinto parque nacional de España y el segundo de los Pirineos, junto con el de Ordesa y Monte Perdido.
Sus montañas conforman un abrupto relieve, cuyas altitudes oscilan entre los 1.300 y los 3.000 metros y cuya cumbre más elevada es el pico de Comaloforno.
El Parque acoge la mayor concentración lacustre de Pirineos, con más de 200 lagos o estanys, y singulares meandros de alta montaña, las aigüestortes o "aguas torcidas", que le dan nombre.
Hasta el siglo XIX, con los primeros pirineistas, no se redescubre esta región gracias a las crónicas de sus viajes y a la elaboración de los primeros mapas.
En 1996 el Parque alcanza la superficie actual de 14.119 hectáreas. En 1988, el Parque y su zona periférica fueron declarados Zona Especial de Protección para las Aves, y en 2006 se incluyó en la lista RAMSAR de zonas húmedas de importancia internacional.
El Parque Nacional de Aigüestortes i Estany de Sant Maurici representa la esencia del paisaje alpino modelado por los glaciares que cubrieron Europa durante el Cuaternario. La retirada de los hielos, dejó circos y valles colgados, y más de 200 lagos o estanys de origen glaciar entre sus cumbres.
El viento, la lluvia, las heladas y los aludes contribuyen también al modelado del relieve del Parque, que se caracteriza por la presencia de crestas y agujas que recortan el horizonte dando lugar a paisajes agrestes y espectaculares.
Tras las glaciaciones, los valles y cumbres del Parque Nacional se convirtieron en el hábitat idóneo para muchas especies vegetales. Algunas, como la Oreja de Oso, son especies relícticas del Terciario. Otras como las orquídeas o las grasillas, ocupan los lugares permanentemente húmedos.
La vegetación del Parque va cambiando conforme se sube en altura. Los fondos de valle están ocupados por bosques mixtos de árboles caducifolios. Más arriba, aparecen los abetales en las umbrías, y en las partes más altas reina el pino negro, el árbol más resistente a los largos y fríos inviernos alpinos, que puede alcanzar los 2.300 metros de altitud.
Por encima del límite del bosque, aparecen los prados alpinos. En primavera y verano, las praderas y las grietas de la roca se visten de color con la floración de gencianas, saxífragas, árnicas, nomeolvides o siemprevivas.
Las glaciaciones del Cuaternario condicionaron la presencia de la fauna de la alta montaña pirenaica. Con el retroceso de los hielos, las cumbres y bosques pirenaicos se convirtieron en refugio para lagópodos alpinos, mochuelos boreales y urogallos.
El urogallo es un ave forestal, cuyas poblaciones en la Península Ibérica se localizan en los Pirineos y en la Cordillera Cantábrica. Las poblaciones del Parque, de la subespecie pirenaica, mantienen cierta estabilidad en los bosques de pino negro.
En las cumbres del Parque viven los sarrios y los prados alpinos y subalpinos, son el hábitat de un recién llegado a nuestra fauna: la marmota, un roedor social cuya presencia se debe a la introducción de varios ejemplares procedentes de los Alpes en la vertiente francesa de Pirineos a mediados del siglo pasado.
Las nevadas son habituales casi todo el año. Se llega a acumular tal cantidad de nieve, que en ocasiones, pierde cohesión y se precipita ladera abajo dando lugar a los aludes o avalanchas. Frecuentes en invierno y en primavera, son fenómenos naturales que destruyen la cubierta vegetal.
El agua, en todas sus manifestaciones, define la personalidad del territorio. La fusión de las nieves, las abundantes lluvias y los fuertes desniveles de las laderas crean centenares de barrancos que se descuelgan por las laderas, confluyendo poco a poco en cauces cada vez mayores.
Els Encantats, una masa pétrea de roca caliza formada por dos cimas gemelas que dominan el paisaje sobre el lago de Sant Maurici, es la montaña que simboliza el Parque Nacional.
Entre los siglos XI y XII, en los valles próximos al actual Parque Nacional, se desarrolló una arquitectura de estilo románico lombardo.
El Valle de Boí alberga uno de los conjuntos monumentales de arte románico lombardo más importantes de Europa y el más completo de los Pirineos, con iglesias como Sant Climent y Santa Maria de Taüll, Sant Joan de Boí o Santa Eulàlia de Erill.
El 30 de noviembre del año 2000, el conjunto de iglesias románicas del Valle de Boí fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
La acampada libre y descontrolada no esta permitida en el Parque Nacional ya que puede propiciar la degradación de los sistemas naturales más frágiles. Por ello, el Parque dispone de una extensa red de refugios de montaña, muchos de ellos guardados durante muchos meses al año, que permiten disfrutar de estos paisajes alpinos sin perturbar la vida animal y vegetal. Estany Llong, Amitges, Colomers, Colomina o Ventosa y Calvell son algunos de estos refugios que, desde mediados del siglo pasado, acogen a miles de visitantes cada año.