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Garajonay

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Arroyo del Garajonay Arroyo del Garajonay

El Parque Nacional de Garajonay se sitúa entre las cumbres centrales de la isla de La Gomera, una de las 7 islas Canarias. Protege un bosque emblemático de nuestro país: la laurisilva o Monteverde. Un ecosistema que nos llega del Terciario, con una flora superviviente de las selvas subtropicales que poblaron la cuenca mediterránea hace millones de años

Su declaración como Parque Nacional en 1981 y Patrimonio Mundial por la UNESCO 5 años más tarde, reconocen el valor del Monteverde canario como uno de los bosques más antiguos de Europa. Frecuentes nieblas traídas por los vientos alisios han permitido su existencia, inimaginable sin la presencia casi permanente de la humedad aportada por las nubes. La llamada lluvia horizontal empapa las hojas perennes de forma similar a la del laurel, que dan el nombre de laurisilva a este singular bosque-esponja. Garajonay se extiende entre los 800 y los 1.487 m de altitud, donde se halla la máxima altura de la isla.


De origen volcánico, la ausencia de actividad eruptiva en La Gomera durante los últimos 2 millones de años, y un clima que propicia la erosión, han creado un relieve surcado por profundos barrancos. En ellos se refugia un gran número de especies endémicas de flora y fauna, y sobresalen los espectaculares Roques, que apenas interrumpen el denso y verde manto vegetal.

La pregunta que se hacen muchos visitantes de Garajonay es porqué no hay animales grandes. La respuesta es que la fauna nativa de las islas está limitada por el aislamiento del continente, que impide la colonización de estos animales. Por ello, la fauna vertebrada se limita a aves y murciélagos, que con su capacidad de vuelo si pudieron llegar hasta aquí. Las aves son, por lo tanto, los vertebrados más numerosos. Un total de 28 especies de aves crían en Garajonay. Es frecuente escuchar y ver al mirlo común entre la espesura, y avistar de forma fugaz a pinzones, mosquiteros, herrerillos y reyezuelos. Pero de todas las especies de aves de Garajonay, las más representativas son las palomas endémicas de Canarias, las palomas turqué y rabiche, que se alimentan de los frutos de los árboles del bosque. Sin embargo, la gran riqueza faunística de Garajonay está sobre todo en la fauna invertebrada, que tiene un elevado número de endemismos.

Bosque de laurisilva Bosque de laurisilva

La Gomera, a diferencia de las restantes islas de Canarias, es una isla sin actividad volcánica reciente, caracterizada por profundos barrancos excavados por la erosión. En sus cumbres se conserva un extraordinario bosque de laurisilva, incluido en su mayor parte en el Parque Nacional de Garajonay, cuya frondosidad contrasta con la aridez dominante en el resto de la isla. La laurisilva es una reliquia de la Era Terciaria, que conserva parte de la flora que entonces ocupaba buena parte de Europa, y que desapareció del continente tras profundos cambios en el clima, que afectaron en menor medida a las Islas Canarias. Hoy es un ecosistema propio de la llamada Región Macaronésica, que incluye, junto con las islas Canarias, a Madeira, Azores y Cabo Verde, aunque en este último Archipiélago, la laurisilva está ausente. La Laurisilva es excepcional en su ámbito geográfico, pues los bosques que se les asemejan se encuentran en áreas muy alejadas del Planeta, en el sureste asiático o las montañas del trópico húmedo.


En las áreas más lluviosas del Parque, las precipitaciones superan los 900 mm anuales, propiciando un paisaje de bosques densos surcado por pequeñas y grandes caídas de agua y riachuelos que descienden hacia los fondos de valle. Uno de los cursos de agua más conocidos de Garajonay es el barranco del Cedro. La laurisilva es crucial como productora de agua en una isla de características áridas. Su capacidad para retener y almacenar agua al paso de las masas de aire con humedad, es fundamental para la recarga hidrológica. Ello explica que por el Parque Nacional fluya la red de corrientes de agua permanente más amplia y mejor conservada de Canarias.

Paisaje de bosque Paisaje de bosque

Dentro del conjunto forestal de Garajonay, destacan unos afloramientos de rocas modelados por la erosión: los roques y fortalezas. Son domos volcánicos de escarpadas paredes rocosas, los primeros de base estrecha y puntiagudos, y los segundos en forma de meseta. Se trata del relleno de antiguos conductos volcánicos puestos en resalte por la erosión durante millones de años de los materiales circundantes más erosionables. En estos lugares encuentran refugio numerosas especies vegetales rupícolas, muchas de ellas endémicas. Entre los roques destacan los de Agando, Ojila, La Zarcita y Carmona, y entre las fortalezas la de Chipude, próxima al Parque, y la de Cherelepin. Podemos observar estos monumentos geológicos muy de cerca desde algunos miradores ubicados en la carretera que atraviesa el Parque Nacional.



Antes de la llegada de los europeos en el siglo XV, La Gomera estaba habitada y dividida en cuatro cantones, ubicados en los cuatro grandes barrancos de la isla. Sus pobladores procedían del norte de África. Del bosque obtenían carbón, leña y, sobre todo, agua. Su economía se basaba en la ganadería y la recolección y habitaban en cuevas o en pequeñas cabañas. Se han encontrados restos arqueológicos ligados a la celebración de sus rituales.

Silbo gomero Silbo gomero

Desde su colonización en el siglo XV, se convierte en parada obligada para las rutas hacia las recién descubiertas tierras americanas. Cristóbal Colón recaló en su costa en varias ocasiones. Un régimen feudal aísla La Gomera prácticamente hasta el siglo XIX. Durante esos años, se establece una normativa de uso para la obtención de rentas que evita la degradación del bosque.


A mediados del siglo XX se elimina el ganado del monte y se reducen los aprovechamientos forestales. Los avatares históricos, junto con la iniciativa conservacionista de la población local, han permitido la supervivencia de árboles centenarios que podemos contemplar en pleno siglo XXI.




Una de las manifestaciones antropológicas más singulares de la Gomera es una original y exclusiva forma de comunicación, conocida como silbo gomero, que sólo existe en la isla. Su origen procede de la dificultad de los antiguos pobladores para comunicarse debido al accidentado relieve de la Gomera.

En 2009 fue declarado por la UNESCO Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.